Nuestros amigos de El Economista nos traen un análisis que advierte sobre el riesgo de la inestabilidad tecnológica en el progreso de la inclusión financiera.

Mientras México se consolida como líder en innovación fintech, existe una vulnerabilidad crítica que no podemos ignorar: la inestabilidad de la infraestructura digital. Eventos como los apagones nacionales o las fallas en servicios de nube como Cloudflare demuestran que, cuando los “rieles digitales” fallan, la capacidad de las personas para realizar transacciones se detiene por completo.

Un análisis de la Fundación Interledger destaca que este problema es especialmente grave en las comunidades rurales, donde más de la mitad de los hogares que reciben remesas viven con una densidad de acceso financiero muy baja. En estas regiones, un pago fallido no es solo una molestia, sino un riesgo real que puede dejar a una familia sin flujo de efectivo esencial.

La consecuencia de las fallas es un retroceso inmediato: la gente vuelve a depender del efectivo, y los esfuerzos de alfabetización digital pierden credibilidad. Los usuarios concluyen que el sistema digital no está diseñado para el entorno donde más se necesita.

¿Cuál es la solución?

La Fundación Interledger apunta a los pagos interoperables como una alternativa. Este modelo permite pagar o cobrar desde cualquier app, banco o billetera, sin importar el sistema que use la otra parte. Más del 60% de las instituciones de pago en México ya tienen la capacidad técnica para adoptar esta interoperabilidad, que podría ahorrar a las familias mexicanas miles de millones en comisiones.

En resumen, el reto para la inclusión financiera no es solo tecnológico, sino de resiliencia. Necesitamos sistemas que no fallen cuando las comunidades más vulnerables los necesiten, especialmente en un país expuesto a eventos climáticos extremos.

Link: Inestabilidad tecnológica, el riesgo en el progreso de la inclusión financiera